En aquel tiempo, de oscuridad y de ilusiones frustradas, vivía inmersa en mi mundo melancólico. Melancólico de viejos recuerdos; ausente de toda alegría. Era mi soledad. Soledad que aumentaba día tras día, ayudada en parte por mi forma de ser: tímida, reservada... Jamás ningún sentimiento fue mostrado ni al mejor de mis amigos; quedaba albergado en mi ser. Estaba ciega. No era capaz de ver ni la mínima perspectiva de futuro; transcurrían los días como transcurre el agua después de una gran tempestad. Necesitaba aliento, pero era incapaz de encontrarlo; necesitaba ser escuchada, pero era incapaz de hablar; necesitaba sentirme querida, pero era incapaz de abrir mi corazón a los que me rodeaban. Me encontré cara a cara con la soledad, de la que yo siempre había tenido miedo. Combatí y combatí, pero no podía vencer. Estaba sola.
Un día cualquiera, de primavera o invierno, amaneció. Aún no se porqué ni cómo (otro misterio más de mi vida). Pero, progresivamente, algo me fue iluminando. El sol reluciente me acompañaba. Vi nacer alrededor de mí árboles y flores preciosas, que me daban aliento; que me hablaban; que me amaban. Comprendí entonces que ya no estaba sola y que jamás lo había estado.
Todo había sucedido como un terrible sueño. Vivir lo que viví fue clave para poder vivir lo que vivo. Ahora mi vida tiene luz día y noche, aunque haya a veces días nublados.. La ilusión me invade, y estoy inmersa en alegría. A pesar de que sigo siendo la de antes, esa persona tímida, borde (a veces no hay más remedio :D), y reservada; sigo sin ser capaz de mostrarme como un libro abierto. Sé que no estoy sola, que si miro hacia el horizonte allí estás tú amándome.
Ahora la soledad se ha transformado en mi soledad. Es la única salida que tengo cuando quiero estar tranquila y relajada; cuando quiero pensar en ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario