domingo, 5 de noviembre de 2006

Ella


Ella


He aquí tu perla que insta.
Cuya fragancia tú adviertes
y también las demás gentes,
quiera o no ella ser vista.


He aquí tu oveja perdida.
Tan solo tú su sed notas,
su aliento, su sudor tocas,
porque ella por ti es querida.


He aquí tu rosal hermoso
que en tu corazón recibes
su amor, donde percibes
lo lozano que es, frondoso.


He aquí tu auténtico broche.
Que ni siquiera sabe ella
que reluce como estrella
en el cielo día y noche.

L.S.R.

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