martes, 30 de octubre de 2007

Mucho que pensar; nada por decir.

Como bien me decía una amiga mía, ya iba siendo hora de que mostrase signos de vida de alguna que otra forma en el blog. Y bien, lo hago así, escribiendo estas cuatro líneas que dudo que se conviertan en un texto digno de ser leído. Pero es lo máximo que estoy dispuesta a ofrecer, bueno, quizás debería decir que es lo máximo que puedo ofrecer. Pero entonces mentiría.

Esta dejadez hacia mi querido blog tiene una explicación simple y lógica. Mi ritmo de vida se ha acelerado considerablemente este último mes debido, como podéis imaginaros, a los exámenes y al TR (treball de recerca). Durante este mes, que ya nos deja, me he pasado los días ciega de todo lo que sucedía a mi alrededor y dentro de mi. Me he pasado los días deseando la libertad veraniega, que parecía estar en la lejanía más lejana del lejano horizonte. Imaginaos lo lejos que la veía.

Sientes que jamás llegará ese día en qué llegues a casa después de un largo día de clases y exámenes, te sientes en el sofá, veas los anuncios de la tele durante unos segundos y pienses: ¿esto es lo que me he estado perdiendo durante estas semanas? Entonces suspiras y dices: no ha sido para tanto. Eres feliz.

Pero ese día aun no llega, y tan solo te queda una larga noche por delante que debes aprovechar al máximo. Piensas en mañana, en pasado y en el otro y el otro; crees que todo será en vano. Pero sigues adelante.

El tiempo se convierte en tu invencible enemigo. Sin tiempo no hay nada; sin nada no hay nadie; sin nadie, no eres tú. Dejas de pensar, dejas de hablar, dejas de visitar tu blog, dejas de practicar deporte; en definitiva, dejas de respirar.

Piensas: “acabo de empezar; la que me espera…” pero recuerdas: “todo sea por esa buena causa: tu futuro inmediato”. Y sigues en camino con dificultades (las de siempre) pero con tu inagotable ilusión.

Haces el examen de historia del arte, el de geografía, el de mates, el de empresa, el de filo… ya queda menos. Y entonces, empiezas a ver resultados. Por lo normal te triplican el ánimo y por lo tanto las ganas de llegar hasta el final. Pero esta vez aún te queda por digerir la preciosa guinda del maldito pastel. Te queda el “treball de recerca”.

Vuelves a tu ser más pesimista.

Pero esta vez vences al tiempo; sales victoriosa. Porque has aprendido a dominarlo. Entonces, este se convierte en un compañero más de esta vida que tú misma has querido llevar.

Aunque eso si, es el típico compañero que te está fastidiando todo el día.

L.S.R.

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