viernes, 3 de septiembre de 2010

¿Volver a creer?

Un artículo sobre Israel, para alimentar el monumental enfado que les coge a algunos cuando hablo de este tema. Decían los de la colla de Sabadell - frase recuperada por Salvador Dalí-que nadie es nadie si no tiene un ejército de enemigos. Y, sin duda, los enemigos más militantes y nimios que uno puede conseguir en Catalunya son los que dedican su vida a odiar a Israel, con la misma intensidad que manipulan, mienten y se inventan una historia paralela del conflicto. Los hay que han llegado a tal punto de delirio, que, desde posiciones anarcoateo-antisistema-ultraizquierda, acaban defendiendo entes teocráticos, tiránicos y defensores del peor de los sistemas, el que se basa en el control absoluto de los ciudadanos. Se trata de un viaje ideológico alucinante, aunque no es la primera vez que, desde posiciones de progreso, se defienden ideas retrógradas. Algún día los sociólogos - o los antropólogos-dedicarán sesudos estudios a la empanada mental que, respecto a Oriente Medio, han sufrido estos militantes de la solidaridad tuerta.

Más allá de estos visionarios ciegos, el conflicto árabe-israelí vuelve a mover pieza, como siempre de la mano norteamericana. Todos los presidentes de Estados Unidos han soñado con ser los artífices de la paz. Por supuesto, y como siempre ha ocurrido, el solo anuncio de un proceso de negociación ha venido acompañado de algún atentado sangriento por parte de organizaciones palestinas, en coherencia con la frase histórica: "Los palestinos nunca han perdido la oportunidad de perder todas las oportunidades". Atrapados entre la amoralidad violenta de Arafat - que nunca quiso ser el presidente de un Estado palestino, sino el héroe eterno de la resistencia: "No acabaré como Sadat", decía-y el fundamentalismo islámico, los palestinos democráticos han tenido pocos clavos a los que cogerse. Sin embargo, y a pesar del enorme problema que representan las dos patas violentas a norte y sur, Hamas y Hizbulah, algo alimenta la esperanza: el papel de Mahmud Abas. Por supuesto, Beniamin Netanyahu es un duro, pero todos los que han avanzado en el proceso, desde Begin hasta Sharon, fueron halcones. Abas también lo es, pero es el primer líder palestino que aspira a ondear la bandera en la ONU, y ello marca la inflexión. Ambos líderes podrían avanzar eficazmente. El problema, sin embargo, es el de siempre. ¿Quieren la paz el resto de los ocupantes autoinvitados a la trágica fiesta? ¿La quiere Irán, Siria, el yihadismo internacional, las tiranías de la zona? Porque a pesar de la supina ingenuidad de Obama - o de sus interesadas prisas-,la ficha no se mueve entre Jerusalén y Ramala si no pasa por Teherán. Por eso tenemos asesinatos como aperitivo de cualquier negociación. Y por eso mismo, hay que tener esperanza, pero, desgraciadamente, hay que ponerla en formol.



Pilar Rahola
III/IX/MMX - La Vanguardia

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